Originalmente se trataba de una gran propiedad privada que incluía la llamada Casa de la Bola, sus huertas y jardines que pertenecieron en algún tiempo al Conde de Cortina. Con el paso del tiempo parte de los jardines fueron vendidos por separado de la casa para formar parte de otra propiedad, cuyos últimos dueños fueron la familia Lira Mora, empresarios textileros quienes la poseyeron durante las dos primeras décadas del siglo XX, apellido que prevaleció en el nombre de la propiedad.
El jardín de esta enorme propiedad magistralmente emplazado entre la pendiente del terreno fue embellecido con distintos elementos propios de un palacio, entre ellos varios puentes, espejos de agua, una pérgola y hermosas fuentes de bronce, así como un gran arco de acceso de estilo neoclásico, cuyo cielo raso está decorado con un artesonado en yeso con elementos florales y que todavía existe. La vegetación original consistía en una rica mezcla de plantas nativas de la zona, así como de otras partes del país, especialmente del trópico que enmarcaban una residencia de finales del siglo XIX construida en tabique de la cual se puede apreciar todavía la interesante cúpula de la capilla y parte de la construcción original.
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